Como inversor en el mercado de valores, seguro que ha visto que entre los activos bursátiles a los que se puede acceder para operar en línea hay dos grandes tipos de valores representados: las acciones y las obligaciones. Sin embargo, estos términos no tienen por qué estar claros para todos. Por eso, le proponemos ahora aclarar este asunto y le explicaremos cuáles son las diferencias principales entre las acciones y las obligaciones, así como las ventajas e inconvenientes de cada uno de estos activos.
En primer lugar, nos interesaremos por las diferencias básicas que existen entre las acciones bursátiles y las obligaciones.
De una forma general, debemos recordar que una acción es, antes que nada, un título de propiedad de participaciones de una empresa. Una obligación es diferente porque se trata, más concretamente, de un título de crédito.
Así pues, cuando un inversor compra una acción de una empresa, se convierte en accionista de esta empresa y, en consecuencia, en propietario de una parte de su capital. El hecho de ser accionista de una empresa le permitirá disponer de un derecho de revisión sobre la vida de esta empresa mediante un derecho de voto. Por supuesto, este derecho de voto se expresa de forma proporcional al número de títulos, y por tanto de acciones, que posee, y cuando se llevan a cabo asambleas generales. Otra característica de las acciones en bolsa es que estas le permiten recibir una parte de los beneficios que obtenga la empresa emisora. Esto corresponde a la repartición de un dividendo, que casi siempre tiene lugar una vez al año, o puede que más en caso de dividendo excepcional.
Cuando un inversor compra una obligación, en realidad simplemente presta dinero a esta empresa a cambio de una remuneración fija y que es conocida desde el principio. Una obligación puede ser un título de crédito de un estado, de una colectividad pública o local, o de una empresa, ya sea pública o privada. En este caso no hablamos realmente de prestatario, sino de emisor, para designar a la entidad que emite la obligación y, por lo tanto, el crédito.
Una de las diferencias más importantes entre una acción y una obligación es que una acción da derecho a percibir un dividendo. En realidad, este dividendo es una parte de los beneficios que ha obtenido la empresa y representa la remuneración del accionista. Es el consejo de administración de la empresa emisora el que propone la suma de este dividendo, que a continuación tiene que aprobar la asamblea general ordinaria tras la publicación del ejercicio anual.
También observaremos que, por lo general, el dividendo varía de un año a otro y depende en gran medida de los resultados de la empresa. De hecho, es por esta razón por la que hablamos de valores de ingreso variable en lo que respecta a las acciones, mientras que cuando hablamos de obligaciones nos referimos a valores de ingreso fijo.
El accionista puede percibir el dividendo de las acciones una vez al año, pero la empresa puede decidir no repartirlo si tiene dificultades. Con las obligaciones, la recepción del cupón que se determina antes de la suscripción, está asegurada y garantizada independientemente de los resultados del emisor, salvo en caso de quiebra, claro.
Las acciones, así como las obligaciones, también son elementos de activos financieros cuyo precio cotiza en bolsa en la mayoría de los casos.
De este modo, la cotización de una acción en bolsa se determinará por las evoluciones de los mercados financieros y de la oferta y la demanda por parte de los inversores, o también en función de la buena salud financiera de la empresa. Cuanto más rentable sea una empresa, más posibilidades de aumentar tendrá su cotización en bolsa.
En lo que respecta a las obligaciones, la cotización evoluciona también en función de la oferta y la demanda. Sin embargo, observamos que también se ve muy influenciada por la evolución de la tasa de interés de estos créditos. Por eso, por lo general, antes de elegir una obligación hay que tener en cuenta dos criterios importantes, que son la resistencia del emisor y la suma del cupón.
Si duda entre comprar obligaciones o adquirir acciones, debe saber que estos dos activos presentan prácticamente el mismo nivel de riesgo, excepto si decide conservar sus obligaciones hasta la expiración y si el emisor no experimenta problemas.
En efecto, una obligación vendida durante su período de validez con una tasa de interés más elevada que en el momento de la suscripción conllevará pérdidas de capital para el inversor. Así pues, esto representa un riesgo igual de importante que el que presentan las acciones.
Para que una obligación sea más interesante que una acción en bolsa, es necesario venderla después de su fecha de expiración, o venderla durante un período de descenso de su tasa de interés y cuando esta tasa sea inferior a la tasa a la que la suscribió.